CUENTOS PARA REFLEXIONAR

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Un clavo en la puerta. 

 

Tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta. 

El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. 

Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta. 

Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter.Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta. 

Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos que hay en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves. 

Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas le devastará, y la cicatriz perdurará por siempre. 

 

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Amor sin condición

 

Una historia que fue contada por un soldado que pudo regresar a casa después de haber peleado en la guerra de Vietnam. Le habló a sus padres desde San Francisco: 

_Mamá, papá. Voy de regreso a casa, pero les tengo que pedir un favor: traigo a un amigo que me gustaría que se quedara con nosotros. 

_Claro – le contestaron – Nos encantaría conocerlo. 

_Hay algo que deben saber – el hijo siguió diciendo – él fue herido en la guerra. Pisó una mina de tierra y perdió un brazo y una pierna. Él no tiene donde ir, y quiero que se venga a vivir con nosotros a casa. 

_Siento mucho escuchar eso hijo. A lo mejor podemos encontrar un lugar en donde él se pueda quedar... 

_No mamá y papá, yo quiero que él viva con nosotros. 

_Hijo – le dijo el padre – tú no sabes lo que estás pidiendo. Alguien que esté tan limitado físicamente puede ser un gran peso para nosotros. Nosotros tenemos nuestras propias vidas que vivir, y no podemos dejar que algo como esto interfiera en nuestras vidas. Yo pienso que tú deberías regresar a casa y olvidarte de esa persona, él encontrará una manera en la que pueda vivir solo. 

En ese momento el hijo colgó la bocina del teléfono. Los padres ya no volvieron a escuchar de él. Unos cuantos días después, los padres recibieron una llamada telefónica de la policía de San Francisco. Su hijo había muerto después de que se había caído de un edificio, fue lo que les dijeron. La policia creía que era un suicido. Los padres destrozados por la noticia volaron a San Francisco y fueron llevados a la morgue de la ciudad a que identificaran a su hijo. Ellos lo reconocieron, pero para su horror descubrieron algo que no sabían: su hijo tan sólo tenía un brazo y una pierna. 

 

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Riqueza

 

Una vez, un padre de familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cúan pobres era la gente del campo. 

Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde. 

Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: 

_¿Qué te pareció el viaje? 

_¡Muy bonito papá! 

_¿Viste que tan pobre puede ser la gente? 

_¡Sí! 

_¿Y qué aprendiste? 

_Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la muralla de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte. También vi que ellos tienen tiempo para platicar y convivir en familia. 

El padre del muchacho quedó mudo después de este relato... y su hijo agregó: 

_¡Gracias papá por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser! 

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La Roca en el Camino

 

En un reino lejano, hubo una vez un rey que colocó una gran roca en medio del camino principal de entrada al reino, obstaculizando el paso. Luego se escondió para ver si alguien la retiraba.

Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron simplemente rodearon la roca. Muchos de ellos se quedaron un rato delante de la roca quejándose, y culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo nada para retirar el obstáculo.

Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. La dejó en el suelo y estudió la roca en el camino observándola. Intentó mover la roca empujándola y haciendo palanca con una rama de madera  que encontró a un lado del camino, después de empujar y fatigarse mucho, finalmente logró apartar la roca.  Mientras recogía su carga, encontró una bolsa, justo en el lugar donde había estado la roca. La bolsa contenía una buena cantidad de monedas de oro y una nota del rey, indicando que esa era la recompensa para quien despejara el camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca aprendieron:

Cada obstáculo superado es una oportunidad para mejorar la propia condición. 

 

Reflexión:

Esta historia nos hace reflexionar sobre la importancia de afrontar los obstáculos que la vida nos pone delante.

Esquivar los problemas, buscar "culpables" o simplemente quejarnos no solucionará nada, y la "roca" seguirá estando allí. Afrontar los obstáculos, actuar, esforzarse.. es lo que nos hará crecer como persona.

Mover las "rocas" seguramente implicará esfuerzo, sufrimiento, capacidad de análisis, constancia ..y todo ello nos hará más fuertes y sabios. Superar los obstáculos nos hace mejorar nuestra condición, crecer, evolucionar.

La queja, y el evitar los problemas sin afrontarlos, nos estanca.

¿Tenéis alguna roca en vuestro camino por mover?

 

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El Puente

 

Había una vez dos hermanos, Tomás y Javier. Vivían uno al frente del otro en dos casas de una hermosa campiña.

Por problemas pequeños, que al acumularse sin resolverse se fueron haciendo grandes con el tiempo, los hermanos dejaron de hablarse. Incluso evitaban cruzarse en el camino.

Cierto día llegó a la casa de Tomás un carpintero y le preguntó si tendría trabajo para él. Tomás le contestó:

—¿Ve usted esa madera que está cerca de aquel riachuelo? Pues la he cortado ayer. Mi hermano Javier vive en frente y, a causa de nuestra enemistad, desvió ese arroyo para separarnos definitivamente. Así que yo no quiero ver más su casa. Le dejo el encargo de hacerme una cerca muy alta que me evite la vista de la casa de mi hermao.

Tomás se fue al pueblo y no regresó sino hasta bien entrada la noche.

Cuál no sería su sorpresa al llegar a su casa, cuando, en vez de una cerca, encontró que el carpintero había construído un hermoso puente que unía las dos partes de la campiña.

Sin poder hablar, de pronto vio en frente suyo a su hermano, que en ese momento estaba atravesando el puente con una sonrisa:

— Tomás, hermano mío, no puedo creer que hayas construído este puente, habiendo sido yo el que te ofendió. Vengo a pedirte perdón. Los dos hermanos se abrazaron.

Cuando Tomás se dio cuenta de que el carpintero se alejaba, le dijo:

—Buen hombre, ¿cuánto te debo? ¿Por qué no te quedas?

—No, gracias —contestó el carpintero—. ¡Tengo muchos puentes que construir!

 

Reflexión:

 

Muchas veces frente a un conflicto entre dos personas solemos posicionarnos de una u otra parte, nos sentimos incluso coaccionados para "elegir" de qué parte estamos.. ¿Por qué no intentar construir puentes? 

Este cuento refleja cómo un buen mediador puede ayudar a construir puentes que ayuden a resolver un conflicto.

Nosotros también hemos de reflexionar sobre qué puentes podemos construir, cosas que aceptar y  perdonar para vivir en armonía. Sin muros, rencores, ni alimentando conflictos que lo único que producen es más y más distancia y enemistad.

¿A quién le tenderías un puente? O ¿Que puente debes reparar?

 

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El anillo del Rey

 

Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo:

- "He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo".

Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los deseos del poderoso rey.

El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos.

El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:

- “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”

- "¿Como lo sabes preguntó el rey”?

- “Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.

En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.

- “Pero no lo leas", dijo. "Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación”.

Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado.

Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle.

Caer por el, sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.

Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento...

Simplemente decía “ESTO TAMBIEN PASARÁ”.

En ese momento fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.

Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que lo rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos.

El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.

El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.

En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:

- “Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo”

- “¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.

- “Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero”.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje... “ESTO TAMBIEN PASARÁ”

Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.

Entonces el anciano le dijo:

- “Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.”

 

 

Reflexión:

"Esto también pasará": Aceptación. Templanza. ¡Qué grandes conceptos! 

Tanto la aceptación como la templanza son fundamentales para nuestro bienestar emocional.  Muchas veces nos vemos en situaciones muy difíciles, a punto de entrar en la desesperación, como el Rey ante sus enemigos: el estrés diário, las preocupaciones del día a día, el trabajo, llegar a fin de mes.. se nos hace todo un mundo, y perdemos la perspectiva. Pero "esto también pasará". El Rey ante una situación muy difícil se sumió en la desesperación, pero la conciencia de que esa emoción era pasajera le ayudó a dejarla pasar, a recuperar la calma mental:  "fue consciente que se cernía sobre él un gran silencio", ese silencio es la claridad mental a pesar de lo difícil de la situación, lo que le ayuda a superarla, pues no sucumbe a la desesperación. (La desesperación bloquea, impide actuar o nos hace reaccionar de forma instintiva, violenta, irracional) También en la situación de euforia ante la victoria el Rey fue consciente de que la euforía pasaría: y pudo disfrutar de la victoria con claridad mental, sin dejarse llevar por la euforia y la soberbia del momento.

Hay cosas que podemos cambiar, mejorar, podemos esforzarnos y avanzar. Pero también hay veces en las que no podemos hacer nada porque no depende de nosotros. En la vida suceden fatalidades que no podemos cambiar, frustraciones cuando las cosas no salen como nos gustaría.. esto nos puede generar rabia, rencor, una tristeza profunda, bloquearnos.. y para poder superarlo hemos detemplar nuestras emociones y aceptar que hay cosas que no podemos cambiar.

A partir de la aceptación podremos recuperar la claridad y serenidad para seguir avanzando.

Las sensaciones intensas como la rabia o la euforia nos hacen perder la objetividad por completo, de ahí la importancia de no encallarnos en las emociones y dejar que pasen, para poder analizar la situación presente y tomar decisiones  desde la templanza.

El luchar contra lo que no nos gusta, quedarnos en el rencor y la rabia de que las cosas no sean como esperamos, nos hace más desgraciados: hemos de aceptar lo malo tanto como lo bueno, pues al final todo pasará: y lo importante es disfrutar del camino.

 

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El Elefante y la Estaca:

Indefensión Aprendida:

 

Cuando era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos eran los animales, sobre todo,  mi preferido era el elefante.

Durante la función, la enorme bestia impresionaba a todos por su peso, tamaño y sobre todo, por su descomunal fuerza... pero, después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, uno podía encontrar al elefante detrás de la carpa principal, atado, mediante una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

La estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un "árbol de cuajo" podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Porqué el elefante no huye, arrancando la pequeña estaca, con el mismo esfuerzo que yo necesitaría para romper una cerilla?, ¿Qué fuerza misteriosa lo mantiene atado, impidiéndole huir?

Tenía unos siete u ocho años, y todavía confiaba en la sabiduría de las personas grandes. Pregunté entonces a mis padres, maestros y tíos, buscando respuestas a ese misterio. No obtuve una respuesta coherente, la edad no es un impedimento para percibir la coherencia o la falta de ella en los que la gente nos dice. Alguien me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: si es cierto que está amaestrado, entonces ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta que me satisficiese.

Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con gente que me daba respuestas incoherentes, por salir del paso y, un par de veces, con otras personas que también se habían hecho la misma pregunta. Hasta que hace unos días, encontré una persona, lo suficientemente sabia, que me dio una respuesta que al fin me satisfizo: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca toda su vida, desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño elefantito con solo unos días de nacido, sujeto a la estaca. Estoy seguro que en aquél momento el animalito empujó, jaló, sacudió y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de todo su esfuerzo, no pudo librarse.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Podría jurar que el primer día se durmió agotado por el esfuerzo infructuoso, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía se resignó a su destino. El elefante dejó de luchar para liberarse. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que no puede hacerlo. Tiene grabado en su mente el recuerdo de sus, entonces, inútiles esfuerzos, y ahora ha dejado de luchar, no es libre, porque ha dejado de intentar serlo. Nunca más intentó poner a prueba su fuerza.

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a varias (cientos) de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que "no podemos" con montón de cosas, simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestra mente: no puedo. no puedo y nunca podré. Crecimos portando ese mensaje, que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber cuáles son nuestras limitaciones ahora, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo nuestro corazón. 

 

Este cuento ilustra de forma muy clara el concepto de Indefensión Aprendida: Según los estudios de Seligman, la indefensión se refiere a la sensación subjetiva de no poder hacer nada frente a un problema, situación o estímulo desagradable; y a pesar de que sí existan oportunidades reales de cambiar la situación aversiva, evitando las circunstancias desagradables o mediante la obtención de recompensas positivas, la persona o animal no realiza ninguna conducta para buscar evitar el estímulo aversivo u obtener el refuerzo.

Normalmente esto es debido a experiencias previas en las que no se pudo controlar o actuar sobre la situación, entonces se "aprende" que no puede hacerse nada, y aunque en el futuro la situación o condiciones cambien, y sí haya oportunidades de actuar, o tengamos capacidad para intervenir o cambiar las cosas, nuestra creencia de no poder hacer nada nos mantiene inmóviles.

Muchas veces la indefensión es debida incuso a valoraciones negativas que hemos interiorizado a lo largo de nuestro desarrrollo : "no se te dan bien los estudios", "eres malo en los deportes", "nunca acabas lo que empiezas".. nos creemos estas valoraciones negativas sobre nosotros mismos, y no nos ponemos en marcha aunque tengamos la capacidad  (como "no se me dan bien los estudios" no me matricularé en una carrera aunque quiera, pues no me veo capaz, no practicaré deporte porque "no se me da bien".. etc)

 

¿Cómo superar esta Indefensión Aprendida?: pues justamente desaprendiendo lo aprendido  Poniéndonos a prueba, valorando de forma objetiva nuestras capacidades, centrándonos en qué podemos hacer para resolver una situación e intentarlo. Realmente es un desaprendizaje difícil, lo sé: estamos muy condicionados por nuestras creencias y dinámicas de pensamiento. Pero el cambio si es posible afortunadamente. Lo fundamental es detectar y analizar nuestro diálogo interno, cuáles son nuestras creencias, juicios, nuestra forma de hablarnos y evaluar de forma objetiva cuáles de éstos pensamientos son "estacas" que nos están inmovilizando. (Por ejemplo podemos intentar "verlo desde fuera" ¿si otra persona me transmitiera estas creencias, juicios, críticas? ¿qué le aconsejaría? ) Nuestra capacidad es generalmente mayor de lo que valoramos: podemos evolucionar, cambiar y desarrollar nuevas habilidades.

¿Habéis detectado estacas en vuestro día a día?

Liberémonos de la indefensión aprendida. 

 

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El Papel Arrugado:

 

Contaba un predicador que, cuando era niño, su carácter impulsivo lo hacía estallar en cólera a la menor provocación.

 

Luego de que sucedía, casi siempre se sentía avergonzado y batallaba por pedir excusas a quien había ofendido.

 

Un día su maestro, que lo vio dando justificaciones después de una explosión de ira a uno de sus compañeros de clase, lo llevó al salón, le entregó una hoja de papel lisa y le dijo:

 

—¡Arrúgalo! El muchacho, no sin cierta sorpresa, obedeció e hizo con el papel una bolita. —Ahora —volvió a decirle el maestro— déjalo como estaba antes.

Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba, el papel siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas.

 

Entonces el maestro remató diciendo:

—El corazón de las personas es como ese papel. La huella que dejas con tu ofensa será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.

 

Así aprendió a ser más comprensivo y más paciente, recordando, cuando está a punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado.

 

Reflexión:

 

Este cuento pone de manifestación la importancia de controlar la ira, saber gestionar nuestras emociones y expresar nuestro desacuerdo y enfado conasertividad.

 

No se trata de no enfadarse: sino de saber gestionarlo, y de saber expresar nuestro malestar, disconformidad o enfado sin atacar al otro, siempre desde el respeto, no recurrir nunca a la violencia pues es dañino tanto para los demás como para nosotros mismos.  Es importante saber gestionar las frustaciones o nuestro enfado sin perder los papeles. Ser sincero o expresar nuestras emociones no justifica  hacerlo de cualquier modo, es importante fomentar la paciencia, control de nuestras emociones y comunicación asertiva con los demás. El respeto ha de ser un valor fundamental en nuestra vida: gracias

al respeto nos evitaremos ir  por la vida arrugando papeles  

 

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Las Piedras y el Frasco:

 

Cierto día un motivador estaba dando una conferencia sobre gestión de tiempo a un grupo de profesionales. Para dejar en claro un punto utilizó un ejemplo que los profesionales jamás olvidaran.

De pie frente a un auditorio compuesto por gente muy exitosa dijo:

Quisiera hacerles una pequeña demostración...

De debajo de la mesa sacó un jarro de vidrio de boca ancha y lo puso sobre la mesa frente a él. Luego sacó una docena de piedras del tamaño de un puño y empezó a colocarlas una por una en el jarro.

Cuando el jarro estaba lleno hasta el tope y no podía colocar más piedras preguntó al auditorio: ¿Está lleno este jarro? Todos los asistentes dijeron ¡Sí!

Entonces dijo: ¿Están seguros? Y sacó de debajo de la mesa un cubo con piedras pequeñas de construcción. Echó un poco de las piedras en el jarro y lo movió haciendo que las piedras pequeñas se acomoden en el espacio vacío entre las grandes.

Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más: ¿Está lleno este jarro?

Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los asistentes dijo en voz alta: “Probablemente no”.

Muy bien contestó el expositor. Sacó de debajo de la mesa un cubo lleno de arena y empezó a echarlo en el jarro. La arena se acomodó en el espacio entre las piedras grandes y las pequeñas.

Una vez más pregunto al grupo: ¿Está lleno este jarro?

Esta vez varias personas respondieron a coro: ¡No!

Una vez más el expositor dijo: ¡Muy bien! luego sacó una jarra llena de agua y echó agua al jarro con piedras hasta que estuvo lleno hasta el borde mismo. Cuando terminó, miro al auditorio y preguntó: ¿Cual creen que es la enseñanza de esta pequeña demostración?

Uno de los espectadores levantó la mano y dijo: La enseñanza es que no importa como de lleno esté tu horario, si de verdad lo intentas, siempre podrás incluir más cosas.

¡No! replicó el expositor, esa no es la enseñanza.

La enseñanza es que si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro momento.

 

Reflexión:

Me encanta éste cuento. ¿Cuáles son las piedras grandes en nuestra vida?: Son ¿la rutina, lo que opinen los demás, el trabajo que no nos gusta, preocupaciones cotidianas..?  o son ¿La familia, los amigos, nuestros valores morales, la salud, las personas que queremos, las cosas que nos hacen felices?.. Las piedras más grandes han de referirse a nuestras bases, a lo más importante para nosotros y están relacionadas con nuestros valores, con nuestros afectos y nos enriquecen como personas.

A veces es difícil en la rutina diaria tomar las perspectiva necesaria para asignar bien las prioridades, a veces priorizamos las cosas más pequeñas frente a las que tienen más valor para nosotros. Si llenamos nuestro tiempo y  nuestra cabeza de cosas "pequeñas" luego no caben las realmente importantes para nosotros. .. No es una cuestión de "no tener tiempo". Es cuestión de saber organizarse teniendo siempre como base las piedras grandes y valorar nuestras prioridades.

 

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La Casa Imperfecta

 

Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.

 

El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacia. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera.

 

Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal. "Esta es tu casa, querido amigo ---dijo-. Es un regalo para ti".

 

Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido!

 

Reflexión:

¿qué os sugiere éste cuento? A veces construimos nuestras vidas de manera distraída, sin poner lo mejor de nosotros. La rutina nos envuelve y pasamos "por encima" de las cosas día a día. Muchas veces, hacemos el esfuerzo mínimo o no prestamos la atención necesaria.. entonces, de repente un día, vemos la situación que hemos creado y descubrimos que las cosas andan torcidas..como la casa imperfecta. Sí lo hubiéramos notado antes, lo habríamos hecho diferente ¿alguna vez os ha pasado?

 

Sería genial conseguir actuar siempre como si estuviésemos "construyendo nuestra casa".

La vida es como un proyecto de "hágalo-usted-mismo". Tu vida, ahora, es el resultado de tus actitudes y elecciones del pasado. Podemos hacer reformas y restaurar nuestra casa ¡Tu vida de mañana será el resultado de tus actitudes y elecciones de hoy! No podemos cambiar el pasado.. pero podemos aprender de él y  construir en nuestro presente un mejor futuro. 

 

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